"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"

San Agustín

viernes, 24 de julio de 2015

El conjuro de las brujas-de Anika Lillo

Anika Lillo creó allá por el 1996 la primera de todas las versiones de su portal de webs, todas relacionadas con el mundo de la escritura y el cine. Desde entonces no ha parado de dedicarse, muchísimas veces sin ánimo de lucro, a todo este interesante mundo cultural, sobre todo lo relacionado a la lectura. Ya en 2013 Anika reestrenó Anika Entre Libros con nuevo formato, y aquí sigue, dando caña.
Sin conocerla demasiado, yo diría que Anika es de las personas que realmente aman los libros, sin más, de las que se mueven sin cesar buscando entrevistas, eventos, nuevos relatos, cualquier idea que fluya en su brillante cabecita. Y la pone en práctica o, al menos, lo intenta con todas sus fuerzas.
En este relato, de lleno dentro del ámbito fantástico, la autora nos lleva a una época de brujas y hechizos. Un texto que perfectamente podría ser parte de una novela. ¿Quieres saber más?


EL CONJURO DE LAS BRUJAS
Acostumbrado como estaba a la sobriedad impecable de mi habitación en el monasterio me extrañó, y mucho, despertar en un recinto reducido, en penumbra, de bajo techo rocoso y poco mobiliario. Desde luego la primera pregunta que me hice fue ¿dónde estoy?... evidentemente la segunda era ¿cómo he llegado hasta aquí?
Cuando mis ojos se acostumbraron a la penumbra descubrí que estaba en una cueva, tumbado en un catre de madera y paja, cuya manta roída por el tiempo –y quizás las ratas- semejaba ya una tela de araña. Sólo le acompañaba una arcaica mesita de madera hecha con palos, sin gusto ni dedicación. El suelo era de tierra y el olor que desprendía, algo húmedo, tal vez porque aquélla parecía una casa habilitada como escondite, no como hogar.
La redondez del recinto se asemejaba a una castaña, y por suerte había una obertura por la que entraba algo de luz. Aquello debía ser la puerta por la que de alguna forma había llegado yo hasta allí. Sopesé la posibilidad de que me hubieran secuestrado pero ni recordaba olor a éter, ni por supuesto golpe alguno en la cabeza. Aún así me la toqué. Cuando comprendí que aquello no parecía real, me pellizqué… Pero no. No era un sueño.
A punto estaba de levantarme cuando, sacudiéndome la sotana para quitarme la paja que se había adherido a la tela, escuché unos ruidos. Eran pasos. De la puerta sin hojas surgió una belleza escuálida. Sé que parece absurdo que un cuerpo como aquel pareciera bello… pero lo era. Más tarde supe su nombre. Carla. Carla Landeoille. Su cabellera albina, larga, descuidada y bastante sucia no ocultaba el brillo de su mirada entre tan poca luz. Era ella la que la desprendía.
Detrás de Carla apareció la pequeña Mara, su hija. Tan albina como la madre, igualmente vestida con lo que parecía un saco de patatas, arrastrando tras de sí una cabellera sucia y con el mismo brillo en la mirada. Paró junto a Carla y ambas sonrieron.
—Lo hemos conseguido. Está aquí. —Anunció la mujer.
Mara Landeoille tenía diez años pero la desnutrición le hacía aparentar apenas cinco. Era pequeñita y sus rasgos parecían de primera infancia, tal vez de bebé. Lo que le diferenciaba de los demás bebés que yo conocía era la ausencia de carrillos sonrosados, síntoma de buena salud.
—Señora —dije, muerto de curiosidad— ¿qué hago aquí?
—Mara —ordenó la joven— ve a por una escudilla y trae algo de caldo para Arturo.
Al escuchar mi nombre sentí una impresión muy fuerte.
— ¿Nos conocemos?
—Arturo, llevamos tres años buscándole… tres largos e infructuosos años durante los cuales hemos sufrido miseria y hambruna, pero en todo este tiempo ni mi pequeña ni yo hemos cejado en el empeño. Ha llegado hasta aquí a través de un conjuro. —Confesó.
Arqueé las cejas de tal forma que debí parecer estúpido, pero si bien hacía años que la brujería no existía ni era tomada en cuenta, no hay que olvidar que yo era un sacerdote, y que en mi Iglesia existía gran cantidad de libros que hablaban de aquellas viejas prácticas como si de cuentos infantiles se trataran. A pesar de todo jamás había creído en ello porque tanto el Gobernador Julián el Mesopotámico como el Papa Casto IV habían asegurado que la brujería no era otra cosa que literatura barata. En aquel momento empecé a preguntarme por qué los libros de brujería sólo existían en nuestra Iglesia y, además, encerrados a buen recaudo, lejos de miradas curiosas.
Aquella noche, a la luz de una lumbre realizada con el más arcaico método, el de frotar un palito sobre una tabla y hacer chispas para que la paja encendiera, Carla Landeoille me contó quiénes eran ellas y por qué me habían traído al pasado.
Carla había nacido con el signo de las brujas, -el pelo albino-, y además profesó poderes desde su más tierna infancia, dones que la pequeña Mara heredó. En su época ser bruja no era del todo malo, había muchas y también muy buenas –al menos eso es lo que la joven me relataba-, sin embargo hacía ya tres años un poderoso guerrero al que llamaba el Dictador Omnipresente, llegó al poder con un golpe de estado y asesinó a cuanto hombre encontró en el camino. Sediento de sangre y poder, como si de una enfermedad rabiosa se tratara, ordenó cortar el cuello también a las mujeres adultas y a una gran parte de la juventud, dejando tan sólo a tres docenas de personas en el pueblo. Muchas de estas personas, la mayoría niños y jovencitas, huyeron hacia otras ciudades en busca de ayuda, pero el Dictador también era brujo, y su poder lo llevó a empuñar la espada y recitar conjuros ante su caldera para desdoblarse en cuanta ciudad existía.

Anika Lillo (fragmento de "El conjuro de las brujas", relato fantástico perteneciente a la antología solidaria "Leyendas de la caverna profunda" que puedes conseguir aquí )


Anika Lillo ((8 de abril de 1968)(breve biografía)

Anika nació en Valencia. Fundadora, Directora, editora, Jefa de Contenidos, entrevistadora, reseñadora y articulista de las revistas "Anika Entre Libros" y "La Casa de Kruela" (anteriormente también de "Anika Cine Magazine" y "Vinilo") desde 1996, comenzó como articulista en revistas comarcales y como creativa publicitaria por libre además de ser webmaster de dramaturgos, cantantes y actores, entre otros.
Ha participado con relatos en varias antologías, frases de contraportada, o con entrevistas en la revista Más Allá de la Ciencia.
Tiene una mención de honor por una novela inédita y algunos de sus relatos han sido escogidos para realizar cortometrajes. Además de dedicarse a la revista literaria "Anika Entre Libros" con la idea de fomentar la lectura, ha dirigido mesas redondas y participado como ponente, ha dado charlas en colegios, ha presentado libros y ha sido jurado profesional de premios literarios.

Desde febrero de 2015 es colaboradora en la mítica revista en papel "Qué leer".
Anika dirige, reseña, entrevista, escribe artículos y crea espacios especiales en Anika Entre Libros además de ser la webmaster.

Si quieres conocer algo de esta mujer que es referente en este interesante mundo de la escritura, visita www.anikaentrelibros.com