"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"

San Agustín

domingo, 21 de abril de 2013

Lorca y la Huerta de San Vicente


En estos momentos convulsos a veces se vuelve la vista a otros tiempos para buscar respuestas, aunque no se obtienen más que otras preguntas.
Hace poco visité el parque donde  se encuentra la casa que Federico García Lorca tenía en Granada. Solo la vi por fuera, pero me dio por saber más sobre los últimos instantes de este genial escritor. Me embarga entonces la tristeza porque vuelvo a encontrar lo mismo: ignorancia, fanatismo, venganzas personales y envidia, mucha envidia. Lo hallo esto no en su persona, por supuesto, sino en los motivos que supuestamente acabaron con su vida. Fue otra crónica de otra muerte más que anunciada. Queriendo el autor huir de la tensión política que se mascaba cada vez más en Madrid, al encerrarse en la campiña granadina no consiguió sino facilitar el trabajo a los ruines y mezquinos, siempre abundantes en este mundo, para quitarlo de en medio del modo menos llamativo. Y lo quitaron, sin duda, aunque el hecho tuvo más notoriedad de lo que pensaban.

Se dice que H.G. Wells, el escritor de “La guerra de los mundos” y “La máquina del tiempo”, entre otros libros, envió una carta al Coronel Gobernador de Granada, un tal Espinosa, pidiéndole nuevas de “su distinguido colega Federico García Lorca, decía en la misiva, y apreciará grandemente la cortesía de una respuesta” Carta enviada tiempo después de que Lorca hubiese desaparecido. El mundo se temía lo peor. La respuesta fue la siguiente: “Ignoro lugar hállase D. Federico García Lorca”. Fdo: Coronel Espinosa.
Circunstancias nunca esclarecidas (ni lo estarán), además de uno de los errores que más pesó al gobierno franquista y que trató por todos los medios de desviar la atención y buscar culpables (se llegó a  acusar a Lorca de ser espía soviético entre otras cosas). Sin duda el desconocimiento e ignorancia del alcance y envergadura que ya gozaba el genial poeta en el mundo entero evitaron que su asesinato quedase oculto y difuminado en medio de la naciente guerra. Un error que, repito, desprestigió durante mucho tiempo al Gobierno que comenzaría su andadura tras la Guerra Civil.
Federico se definía católico, anarquista, comunista, libertario, etc, etc. No militó en ningún partido ni se distanció de amigos por sus convicciones políticas. De hecho él mismo hablaba de su amistad con José Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, y de sus encuentros con él “juntos en un taxi porque ni a él le conviene que le vean conmigo, comentaba, ni a mí que me vean con él”.
Repito: me embarga la tristeza al recordar estos hechos horribles, esta injusticia contra una persona que solo quería vivir con sinceridad, sin ocultar tampoco su homosexualidad en un tiempo donde esto era lo primero que se escondía. Pesadumbre porque me da la impresión de que no se ha avanzado nada, de que la intolerancia sigue presente y de que las rencillas personales continúan moviendo y manipulando los tejidos políticos, resaltando  mezquindades por intereses partidistas y machacando genialidades por idénticos motivos.

Quizás no fue lo mejor que pude hacer aquella tarde de paseo por la Huerta de San Vicente. Desde luego la crisis sempiterna que nos rodea no se me olvidó ni mucho menos en esos momentos.  Me llevó a pensar, eso sí, en lo injusto y a rebuscar en el pasado para hallar lo mismo del presente.

Concluyo ahora con unas frases que Lorca dejó para la historia en la última entrevista que realizó antes de su muerte. Su sencillez resulta magistral. Ojalá las tuviesen más presentes aquellos fanáticos y extremistas que hoy en día pululan, parecidos todos a los que llevaron a la tumba al autor de “Poeta en Nueva York”:
“Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política”
F.G. Lorca.   Para el periódico “El Sol”, año 1936.

domingo, 14 de abril de 2013

¡Ya salió el nuevo número de Prosofagia!

Ya llegó por fin.
Una de las mejores revistas literarias del mundo virtual ha sacado nuevo número. Se hizo de rogar pero ya llegó, calentita, cargada de entrevistas, comentarios, cuentos, poemas, gramática, etc, etc. Todo tras riguroso proceso de selección y donde la calidad es premiada.
En este caso, egoistamente la anuncio aquí por haber tenido la suerte y el honor de participar por primera vez, aunque de manera anecdótica, con un micro. Pero repito que lo importante es que le echeis un ojo todo al que le guste la literatura en general, porque vale la pena.
http://www.prosofagia.com/2013/04/prosofagia-17.html

jueves, 4 de abril de 2013

Caveat Emptor- de Daniel Franco


             

Cuando Rosie decidió que ya era hora, oprimió el botón y dejó de preocuparse al respecto.

No es como si hubiera sido el fin del mundo, ni nada parecido, pero ese botón de «aceptar» era suficiente para deformar el universo que la había contenido hasta esos momentos. ¿Quién lo hubiera imaginado? Todo trámite en línea, sin necesidad de comparecer ante ningún investigador privado ni ningún abogado de mala calaña. Fue suficiente llenar los datos necesarios en los espacios requeridos para poderse deshacer del lastre acarreado por una década. Pinche lastre humano, pensaba ella. Pero sin evitar una o dos lágrimas por todos los quizaces perdidos y la profusión de grietas en todas las ilusiones nuevas que acarrean los besos fugaces y los encuentros apretujados a escondidas, hasta que el sigilo y la disimulación son innecesarios: muy después de que todos en la oficina y el resto de sus amistades estuvieran hasta aburridos con la novedad de ese nuevo amor a escondidas. Claro, él perjuraba que no pasaría siquiera otra semana sin que le avisara a la harpía de su esposa separada que ya no habría posibilidades de reconciliación. Pero mentía, igual que el resto del tiempo…

Increíble: oprimir «aceptar» y lograr conseguir en Craig List quién le solucionara el problema de manera definitiva: desde mañana, nadie vería de nuevo a José Manuel, por la módica suma de cinco mil dólares estadounidenses.