"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"

San Agustín

viernes, 30 de septiembre de 2011

"Va pensiero", Riccardo Muti y...Berlusconi

Lo siguiente lo he tomado de un amigo, pero creo que merece la pena en la situación actual que vive Europa (en concreto Italia) y la unidad entre la cultura y ésta.
A veces, afortunadamente, su fusión es más que patente.



Ahi va la historia:
El último 12 de marzo, Silvio Berlusconi debió enfrentar la realidad. Italia festejaba el 150 aniversario de su creación y en esta ocasión se cantó en la Ópera de Roma Nabucco de Giuseppe Verdi, dirigida por el maestro Ricardo Muti.
Nabucco es una obra tanto musical como política: evoca el episodio de la esclavitud de los judíos en Babilonia y el famoso Va pensiero evoca el canto del coro de esclavos oprimidos. En Italia, este canto es símbolo de la búsqueda de libertad del pueblo, que en los años 80 –época en que se escribió la ópera– estaba oprimido por el imperio de los Habsburgo, al que combatió hasta la ceación de la Italia unificada.
Antes de la representación, Gianni Alemanno, alcalde de Roma, subió al escenario para pronunciar un discurso denunciando los recortes al presupuesto de cultura que hizo el gobierno, siendo que Alemanno es miembro del partido gobernante y antiguo ministro de Berlusconi. Esta intervención política, en un momento cultural de los más simbólicos para Ialia, produciría un efecto inesperado, siendo que el mismo Berlusconi en persona había asistido a la representación.
Relatado luego por el Times, Ricardo Muti, director de la orquesta, contó que fue una verdadera velada de revolución: “Al principio hubo una gran ovación en el público. Luego comenzamos con la ópera. Se desarrolló muy bien hasta que llegamos al famoso canto Va pensiero. Inmediatamente sentí que la atmósfera se tensaba en el público. Hay cosas que no se pueden describir, pero uno las siente. Era el silencio del público que se hacía sentir. Pero en el momento en que la gente se dio cuenta que empezaba el Va Pensiero, el silencio se llenó de verdadero fervor. Se podía sentir la reacción visceral del público ante el lamento de los esclavos que cantan: “Oh patria mía, tan bella y perdida.”
Cuando el coro llegaba a su fin, ya se oían en el público varios “bis”. El público comenzó a gritar: “Viva Italia” y “Viva Verdi”. Gente en “el gallinero” comenzó a arrojar papeles con mensajes patrióticos. En una única ocasión Muti había aceptado hacer un bis para el Va Pensiero en la Scala de Milan en 1986, dado que para él la ópera debe interpretarse sin interrupciones de principio a fin. “Yo no quería sólo hacer un ‘bis’. Tenía que haber una intención especial para hacerlo.”, relata. Pero el público ya había despertado su sentimiento patriótico. Luego de que se acallaran las peticiones de un “bis” para el Va Pensiero, en el público se oyó el grito de: “¡Larga Vida a Italia!”
Muti se volvió, miró al público y a Berlusconi a la vez y dijo:
“Sí, estoy de acuerdo con esto. “Larga vida a Italia”. Pero… Ya no tengo más 30 años y he vivido mi vida. Recorrí mucho mundo y hoy siento vergüenza de lo que sucede en mi país. Así que accedo a vuestro pedido de un “bis” para el Va Pensiero. No es sólo por la dicha patriótica que siento, sino porque esta noche, cuando dirigía al Coro que cantó “Ay mi país, bello y perdido”, pensé que si seguimos así vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la historia de Italia. En tal caso, nuestra patria, estaría en verdad “bella y perdida”.
(Aplausos , incluidos de los artistas en escena)
Muti : Siendo que reina aquí un clima italiano, yo, Muti, callé durante muchos años. Quisiera ahora… tendríamos que darle sentido a este canto; estamos en nuestra casa, el teatro de Roma y con un coro que cantó magníficamente bien y acompañó espléndidamente. Si quieren, les propongo unirse a nosotros para que cantemos todos juntos.”
Entonces invitó al público a cantar con el coro de esclavos.
“Vi grupos de gente levantarse. Toda la ópera de Roma se levantó. Y el Coro también. Fue un momento mágico en la ópera. Esa noche no fue solamente una representación de Nabucco, sino también una declaración del teatro de la capital para llamar la atención a los políticos.”



Podeis verlo en youtube : http://www.youtube.com/watch?v=G_gmtO6JnRs

viernes, 23 de septiembre de 2011

Entrevista a Montse de Paz, ganadora del Premio Minotauro de 2011



24 de julio de 2011-Hotel NH de Gijón

A las doce en punto yo entraba por la puerta del hotel. Un día nublado, lástima, pero sólo sentía los nervios de la que sería mi primera entrevista a una persona que conocí por los foros: Montse de Paz (o Elisabet).
— Ya podía haber salido un día soleado, me cachis— me decía a mí mismo minutos antes— Pero Asturias es así.
Allí estaba, sentada, leyendo una revista, puntual.
Me recibió con una sonrisa y nos acomodamos en la terraza del bar-restaurante, un lugar más adecuado y con el silencio necesario para colocar la grabadora.
— Espero que funcione— me dije tratando de recordar si la había cargado o…glup…

Y comenzamos.

— Buenos días. Hola Montse
— Hola, buenos días.
— Hoy es día 24 de julio y nos encontramos con Montse de Paz, ganadora del Premio Minotauro 2011, justo el mismo día en que va a presentar su novela ganadora en la Semana Negra de Gijón. Felicidades por tu premio.
— Muchas gracias.
— Estarás contenta, ¿no?
— Mucho.
— Va a ser un lanzamiento para ti.
— Sí, yo creo que me va a abrir muchas puertas. Es una alegría y además una sorpresa, porque un premio así no lo planificas, es un regalazo.
— Me alegro de verdad, Montse. Estoy seguro de que será un tirón para tu carrera.
— Espero que sí.
— Bueno, lo primero, ¿qué te ha parecido lo poco que has podido ver de esta Semana Negra?
— Me ha sorprendido la animación enorme que hay, la variedad intercultural, la cantidad de autores que se implican… Sobre todo la tenacidad de los organizadores, que llevan veinticuatro años realizando esta movida, que debe ser un trabajo enorme. Me ha admirado su constancia, esos ánimos que tienen. Es muy interesante participar en un evento donde te encuentras con otros escritores, con cultura asturiana, africana… de todo el mundo, ¿no? Es muy bonito.
— Muy bien. A ver, en principio, háblame de un día cualquiera de tu vida. ¿Cuál es tu rutina diaria?
(Risas)
— Pues mira, soy una persona bastante organizada, me gusta lo que yo llamo la “dulce rutina”, porque es cuando más creativa puedo ser. Me levanto temprano y me voy a correr o hago gimnasia, desayuno y hago mi trabajo. Trabajo en la Fundación Arsis a jornada partida, cuatro horas por la mañana y el resto por la tarde. Por la noche, cuando llego a casa ceno y si no estoy muy cansada y no es muy tarde (y sin faenas extra) me pongo a escribir. Soy escritora nocturna, ya que son horas en las que estoy tranquila y la casa en silencio. Es el tiempo que tengo. Lo debo compaginar con mi trabajo, aunque más que trabajo es una vocación, me llena pero a la vez me demanda mucho. La escritura es complementaria a esta actividad.
— ¿Esperas que aparezca la musa?
- ¿La musa? No, no, la musa ya está ahí. Cuando me pongo a escribir una novela tengo toda la historia en la mente, de principio a fin. Luego, sobre la marcha, la voy enriqueciendo con detalles. De todas formas, no tengo un guión hecho al dedillo. La propia inspiración me va dictando por donde ir.
— ¿Por qué escribes? ¿Qué te incita a hacerlo?
— ¿Que por qué escribo? Yo creo que los escritores lo hacemos por instinto, al igual que un músico compone o un bailarín baila porque le sale del alma, ¿no? Es una necesidad de expresión, de crear. Yo creo que el hombre tiene ese impulso creativo en la sangre. Lo puede expresar de una manera o de otra. En el caso de los escritores utilizamos el lenguaje contando historias que llevamos dentro, dándoles una forma artística y convirtiéndolas en cuentos y novelas. Es mi forma de ser artista, muy modestamente, claro.
— ¿Por qué lo haces sobre fantasía y no sobre temas relativos a lo que tocas diariamente? Por ejemplo en la Fundación…
— Pues mira, no lo sé. Siempre he tenido mucha imaginación, me han gustado mucho la épica, las aventuras… Y también porque pienso que las experiencias de la vida cotidiana se pueden de alguna manera trasladar a historias épicas y fantásticas. Algunas de mis novelas están inspiradas en vivencias de la vida real traducidas a una historia fantástica. La fantasía, además, me gusta cultivarla, primero porque es un género con el que crecí cuando era niña y, segundo, porque te permite desarrollar ideas de forma muy creativa, dándole un halo épico, estético. La fantasía es muy simbólica, ideal para relatos de tipo iniciático, con un componente mitológico. Detrás de un mito lo que hay, en realidad, es una verdad humana, un hecho eterno en la historia de la humanidad. Los mitos recogen acontecimientos o momentos clave en la vida de las personas o los pueblos y los convierten en una leyenda. La literatura fantástica tiene ese componente mítico y me gusta. Me siento muy cómoda en ella.
— Me alegro, a mí también me gusta. Ahora me quería centrar en las novelas, en concreto en la primera novela de ficción que publicaste, Estirpe Salvaje. ¿Cómo te surgió la idea?
Estirpe Salvaje es la cuarta novela que he escrito. Las tres primeras son una trilogía épica inédita, de momento, y son muy largas. Cuando me empecé a mover para buscar editorial, una buena amiga y mentora, Montserrat Rico, me desaconsejó que presentase esas obras tan largas porque, de entrada, no se apuesta por un novel con libros que supongan un gran coste económico. Me sugirió entonces que escribiese algo más breve, por lo que se me ocurrió escribir la historia de dos de los personajes de esta trilogía desde su infancia, cómo crecen, cómo llegan a la adolescencia y enfocan su vida. Ivanka y Ruslan son dos hermanos marcados por un trauma inicial que van luchando por sobrevivir. He escrito además una continuación de la novela y más adelante espero publicar la trilogía.
— Sí, porque hay muchos flecos que dejas en Estirpe, como la princesa Olga o Igor, que sólo aparecen pero que se adivinan importantes…(Risas)
— Sí, son personajes que asoman… Y se quedan.
— Hay un personaje que me sorprendió mucho: Glinka. Y cómo acaba, claro...
— A la gente le gusta mucho. Este personaje lo tenía previsto como un guerrero más del Escuadrón Temerario. Pero es de esos personajes que a veces se te escapan de las manos, que empiezan a crecer, a tomar fuerza. Parece que dejas de controlarlo, así que lo dejé crecer para que jugase su papel importante en la historia. Incluido el final… que no vamos a revelar para los que no lo han leído. Para muchos lectores ha sido de lo más emotivo de la novela. Hace poco me entrevisté con Juan Eslava Galán y me dijo una cosa muy bonita y muy cierta respecto a esto, y es que hay que dejar que este tipo de personajes sigan su ruta, imponiéndose por peso propio, ya que están ligados a tu subconsciente. Te das cuenta además de que encajan perfectamente en la trama y le aportan mucha riqueza. Glinka voló alto. Ah, por cierto, en mi última novela también me ocurrió algo parecido con otro personaje. Además, este ni siquiera estaba planificado.
— ¿En El heredero del Clan?
— Sí, pero no te cuento nada de él para no desvelar más antes de que lo leas.
— Vale, vale, mejor. Volviendo a Estirpe Salvaje entonces. El personaje de Ivanka.
Ivanka es el favorito de muchos lectores.
— Pero ti te gusta más Ruslan, por lo que he leído.
— Bueno, es que es mi protagonista, y me he volcado más en él. Pero a ambos les tengo mucho cariño, son como mis hijos. Si te fijas, el enfoque de la novela es el de Ruslan. Muy pocas veces lo hago desde la perspectiva de Ivanka. De todas formas este personaje me gusta porque tiene mucha fuerza, es salvaje, es tal como es, transparente e impulsiva. Muy leal pero con esa complejidad femenina que la hace contradictoria cuando se va haciendo mayorcita. Por eso le gusta a la gente. Pienso que eso es tan humano que lo convierte en entrañable aunque, a veces, da miedo por lo fiera que es.
— ¿Y por qué le diste a la novela ese aire a “estepa rusa”?
— Eso tiene que ver con la trilogía, ya que está ambientada en dos territorios: en los países nórdicos, Escandinavia, y en un lugar que sería lo que hoy es la Rusia más cercana al norte de Europa. Es un reino que creé en esa zona, importante para la trilogía. ¿Y por qué lo ambienté ahí? Pues porque el Norte tiene un encanto especial para los escritores de fantasía. Hace poco leí una biografía de C. S. Lewis, el autor de Las Crónicas de Narnia, donde hablaba de esa fascinación que sentía él y que también sintió Tolkien. Decía que el Norte es como un dios que te dispara flechas dirigidas al corazón: una vez eres herido por éstas te atrae siempre.
— Es muy épico…
— Sí, el Norte es muy épico, un territorio salvaje, con muchos bosques, una naturaleza inhóspita, muy dura y bella a la vez, donde hay que luchar para sobrevivir. Es el escenario ideal para la épica.
— De hecho, tu última novela, de la que te preguntaré después, se encuentra ambientada en el norte de Europa.
— Sí, exacto. Mi última novela es escandinava, vikinga.
— Cambiando de tema: ¿te sueles basar en personas de la vida real para tus personajes?
— No, son personajes inventados. Lo que pasa es que para desarrollar su personalidad me inspiro en personas que he conocido, o en mi vida. Finalmente un autor, ¿de dónde coge material para escribir? De su vida y de sus lecturas. De eso haces una amalgama, tu propio cóctel, y de ahí sacas tus personajes. Ellos tienen su vida propia y no me inspiro en nadie en concreto.
- Bueno, has comentado alguna vez que no te gusta especialmente la fantasía ni la ciencia ficción.
- Es verdad. No soy una gran lectora ni de fantasía ni de ciencia ficción. A ver, he leído a Tolkien, y me encanta. Y ahora estoy leyendo la saga Canción de hielo y fuego, de George R.R Martin. Con estos dos autores he llenado el cupo. Aunque si consideramos dentro de la fantasía los libros de caballería, la épica clásica, las novelas de aventuras… pues esos libros sí me gustan. Pero quizás me decanto más por las obras clásicas, más de capa y espada, y no tanto por la fantasía contemporánea. Además, como verás, mi fantasía es más épica que fantástica. Y quizás más realista que épica. Nada sobrenatural o fabuloso. No me gusta echar mano ni de la magia ni de los dragones o monstruos con pezuñas (risas). Y con la ciencia ficción lo mismo. Las altas tecnologías se me escapan, no es lo mío. He leído a Orwell, a Bradbury… pero poco más.
— Ya que hablas de ciencia ficción, ¿cómo te surgió Ciudad sin estrellas?.
— La idea era escribir un cuento basándome en el mito de la Caverna de Platón. Un mundo cerrado del que un personaje decide salir y ver qué hay más allá.
— ¿Estilo Un mundo feliz?
— Un poquito, sí. Esa era la idea. Lo que pasa es que me di cuenta de que el relato se podía desarrollar mucho más y se convirtió en una novela. Con estructura de cuento, con una trama muy bien cerrada. Aunque queda un final abierto. Ahora estoy escribiendo una segunda parte. La idea inicial era partir de esta tesis: ¿qué ocurre cuando descubres algo que los demás no ven, que sobrepasa las fronteras tanto físicas como mentales de la sociedad en que vives? Al disidente está claro que le van a dar leña, pero al mismo tiempo va a suscitar mucha inquietud en su entorno. Esa es la médula de la novela.
— ¿Y dices que hay entonces una segunda parte pensada?
— Sí, porque me lo propusieron varias personas y pensé que la novela permite una continuación, desarrollando esta y otra ideas de la historia. Estoy en ello. La llevo muy avanzada ya. A lo mejor sale el año que viene o el otro.
— Estaremos esperando, entonces. Hablando ahora de El heredero del clan que antes nombraste. Vuelves a tratar fantasía.
— Sí. El heredero del clan es otra historia relacionada con esa trilogía inédita. De la misma manera que decidí narrar la infancia de los personajes Ruslan e Ivanka, esta es la historia de los padres de un personaje de la trilogía. Los dos temas principales son la lucha por el amor y por el poder. A partir de ahí desarrollo una historia con esas dos tramas principales. Hay guerras, romance, intrigas, conflicto… un poco de todo.
— Todo en un mundo vikingo.
— Sí, es un mundo vikingo, pero no los vikingos clásicos de los siglos XI y XII, sino de una época anterior, oscura, de la que apenas se sabe nada. Por tanto puedo inventarme lo que quiera: lugares, personajes, o lo que sea.
— Bien, bien. Y para concluir ¿que hay de unos consejillos para los noveles en estos aciagos días para la publicación? (risas) Me río por no llorar.
— Basándome en mi experiencia, que sigan escribiendo y que lean mucho, mucho. A veces las primeras novelas no están maduras para ser publicadas. Sobre todo, cuando acaben la novela, que la den a leer a otras personas para ver cómo la pueden pulir, mejorar, calibrar si vale o no la pena. Si entusiasma a tres o cuatro lectores es que puede tener salida. Luego, que hagan como he hecho yo: mucha perseverancia, a llamar puertas, a no desanimarse nunca. Si no con una novela con otra. Eso me lo dijo también Sandra Bruna, mi agente: si una novela es rechazada, el novel no debe desanimarse. Quizá le acepten otra. De hecho yo comencé publicando la cuarta que he escrito.
— Habrá que tomar nota.
— Bueno, y otra cosa. Hay gente que se pone a escribir muy a lo loco. Deben plantearse si de verdad escribir es algo a lo que quieren dedicarse toda su vida, aunque no sea profesionalmente o para vivir de eso. Que se planteen si lo quieren hacer porque les gusta y les llena, les apasiona. ¿Estoy dispuesto? ¿Sí? Pues adelante. Si ves que una persona se desinfla pronto a lo mejor se trata solo de un subidón del momento, quizás le falta vocación.
— ¿Tú escribías desde pequeñita?
— Sí, lo que ocurre es que nunca me planteé ser escritora.
— ¿Qué querías ser, por curiosidad?
(Risas)
— Uff. Cuando era muy pequeñita quería ser enfermera o bailarina. ¿Sabes por qué? Porque iban muy bonitas con sus vestiditos blancos, muy monas ellas. Era solo por estética, en realidad no tenía ni idea. Nunca me han gustado los hospitales ni he tenido habilidad para bailar. No sabía lo que decía. Luego, de más mayor, quería ser arquitecto. Pero con las matemáticas, horrible, así que me lo quité de la cabeza enseguida. Ya de adolescente supe que me quería dedicar a algo de letras, la literatura, el arte. Eso me gustaba. Luego me puse a trabajar en una asociación, después vino la Fundación… De mayor ya no me planteé nada. La literatura ha venido como un plus, una pasión que desarrollas paralelamente al otro trabajo. Todo son sorpresas que te viene dando la vida, pero que tienen una explicación: desde pequeña has leído mucho, vienes de una familia lectora, te ha formado mucho el ambiente en el que vives. Es tu manera de expresarte artísticamente.
— Pues nada más. Hasta aquí llegamos. Te deseo lo mejor, sinceramente. Conociéndote solo de foros creo que eres una persona que se lo merece.
— Mira, todos encontramos un poco la consecuencia de lo que estamos haciendo. Cada uno se va labrando su camino. Si crees en lo que haces, tarde o temprano obtendrás resultados. Eso sí, tienes que dar lo máximo de ti, no valen las medias tintas. Hay que poner toda la carne en el asador.
— Muchas gracias por tu amabilidad, Montse.
— Muchas gracias a ti, de verdad.
— Esto es el comienzo de una larga vida literaria.
— Yo también lo creo así. Espero morirme escribiendo.
— Pues ojalá sea así.
— Gracias y mucho ánimo a ti también. No te desanimes nunca.

jueves, 15 de septiembre de 2011

El Vuelo del Dragón Negro


Para reanudar estos días de paroncillo, os dejo un fragmento de "El Vuelo del Dragón Negro", de Juan Jesús Hernández Gómez, Ithur en los foros. Perteneciente a la saga de Los Diez Reinos, se trata del segundo libro publicado de este joven y prometedor escritor. Inquieto, crítico donde los haya, y con un futuro que auguro extenso en el panorama español, desde aquí lo animo a seguir desbordando su imaginación para deleite de sus seguidores.



EL VUELO DEL DRAGÓN NEGRO

La cálida brisa acariciaba sus mejillas enrojecidas por el torrente de lágrimas.
Sus ojos pardos escudriñaban el horizonte, como si quisiera que las olas le trajesen lo perdido. La larga melena, igualmente parda, se agitaba al son del viento, acariciando la piel clara de la adolescente.
―Te quiero ―susurró al viento entre sollozos.
La joven algana lanzó al agua unas bonitas flores y las observó mientras que estas flotaban entre las olas, las cuales morían en las rocas que rodeaban la playa, donde hacía algún tiempo se había estrellado un buque tras un ataque.
Deseó que el viento llevase sus palabras hasta su prometido, quien no había sobrevivido al naufragio, aunque su cadáver no había aparecido. Rezó para que las oyese, sin importar dónde se encontrara.
―Debes ser fuerte, Pora ―pidió la droida que tenía a su lado.
Silvana, la joven droida que poco tardaría en dar a luz, abrazaba a Pora, intentando aliviar su dolor. El pelo largo y rubio de la muchacha se unió a la danza del viento.
Las droidas eran una raza de mujeres que vivía en los bosques de Angak, magníficas guerreras que dedicaban sus vidas a la protección de los caminos y la seguridad de los viajeros en los límites del reino. Siempre tenían el pelo rubio y normalmente sus ojos eran verdes o azules; en el caso de Silvana, de un intenso color esmeralda. La chica tenía la piel clara y apariencia delicada, aunque en realidad, era tan dura como el mejor de los guerreros.
―No olvides que Gathel aún alberga esperanzas de encontrarlo con vida ―la animó Torgam.
El rey de Angak estaba imponente, allí, junto a su esposa Silvana y con el desnudo torso vendado tras una terrible herida de la que aún se resentía. En su cinto había dos cimitarras, hermosas pero letales; no en vano el chico era conocido como uno de los mejores guerreros del mundo. Poseía un largo cabello tan negro como sus ojos. Apuesto y tímido en apariencia, observaba el agua con tristeza, deseando que su amigo hubiese tenido alguna oportunidad.
―Pero aun así, ella también ha derramado muchas lágrimas, y reza por él cada noche ―sollozó Pora sin apartar su mirada del océano.
―Seguro que no hemos encontrado su cuerpo porque sigue vivo ―la alentó Silvana con muy poca convicción en sus palabras.
¿Qué podría hacer ella ahora? Ella, una muchacha que perdió todo lo que tenía a manos de unos soldados aldorns, que destruyeron su hogar, mataron a los suyos y la arrastraron a la oscuridad para arrebatarle con violencia su virtud.
Lo único bueno que le había sucedido era conocer a Revan, enamorándose de él, y la promesa de convertirse en su esposa, pero ahora…
―…No está. ―La voz de la algana era un murmullo.
Néramdel, la joven y atractiva sacerdotisa del dios Ne, también estaba allí, mostrando sus respetos ante el lugar donde, supuestamente, habían perecido Revan y Astle. Los ojos dorados de la muchacha nizu escudriñaban la lejanía, y
sus rubios cabellos fl otaban tras ella.
Los ojos de Pora observaban cómo las fl ores fl otaban en las saladas aguas, separándose más con cada embate del oleaje. En su mente se hizo una imagen de su prometido, y de sus ojos pardos brotaron nuevas lágrimas que rodaron por sus enrojecidas mejillas. Nunca más volvería a verle, ni a sentir sus cálidos abrazos o sus tímidos besos. Era demasiado castigo.
―Te echaré de menos ―sollozó, y el viento arrastró sus palabras, llevándoselas en forma de ligera brisa que hacía ondear sus pardos cabellos―. Nunca más volveremos a reír juntos.
Sintió que alguien la abrazaba y miró hacia la persona que intentaba animarla.
Era Torgam. El joven rey de Angak había sido el mejor amigo de su amante perdido.
―Ojalá nos equivoquemos, y Revan esté bien ―musitó al oído de la chica.
―Ojalá… ―repitió Pora, y de nuevo el viento se llevó sus palabras―… sea cierto.
Torgam apretó más el abrazo, pues sabía lo doloroso que resultaba perder a alguien. Era terrible, pues el ciclo de muerte que había conformado la vida del
guerrero se había cobrado otra vida más, y él sin embargo seguía entre los vivos sin poder hacer nada.
Las lágrimas que rodaban por las enrojecidas mejillas de Pora cayeron al agua, y la muchacha observó el refl ejo de sus ojos pardos, hasta que una astilla enturbió la imagen, fl otando ante ella, como si de una muda burla por parte del océano se tratase.
―¿Por qué él? ―preguntó la atribulada joven, sin saber a quién.
―No te tortures más, por favor ―pidió una nueva voz.
Se trataba de Barok y Edfarnod. El primero era un trampero que llevaba a su espalda una maza casi tan grande como una persona de estatura media, con terribles clavos para herir a sus víctimas cuando las golpeaba con ella. Su pelo y su barba eran una maraña de color rojo óxido. Tenía un cuerpo enorme, de unos siete pies de altura. El segundo, Edfarnod, era fornido, y a su espalda colgaba una terrible hacha que había cobrado muchas vidas desde que el viaje se iniciara.
Tenía una barba revuelta y tan castaña como su pelo.
―Si al menos supiese lo que ha sucedido realmente, o tuviese algún cuerpo para enterrarlo y llorar ante una tumba, sería diferente. Pero sin nada…
Tal vez era bueno no haber encontrado el cuerpo de Revan. Pora no podía dejar de pensar en cómo estaba el cuerpo de Vult cuando lo hallaron. Vult era el único guerrero experimentado que había estado con Revan cuando desapareció.
Los hijos de Ne, monstruosos habitantes del lugar, habían devorado casi todo el cadáver, y todos sentían angustia, pues temían encontrar a Revan en el mismo estado.
También se acercaron Rufrak y Gathel: Rufrak era un hechicero, adepto del dios Obul, señor de los animales. Alto y delgado, de pelo corto y barba espesa, ambos encanecidos por los años y su insana manera de vivir. Gathel era hechicera,
adepta de Robal, señor de la naturaleza. Ella era seria, de pelo muy largo y tan oscuro como sus ojos. Habría sido atractiva de no ser por su dura mirada; a pesar de su edad, que pocos conocían, sólo alguna que otra arruga cruzaba su
rostro, claro y fi rme. Ellos dos habían cuidado de Revan desde que cayó en sus manos, siendo un bebé huérfano, hijo de reyes.
―Gathel y yo hemos estado rastreando el bosque ―dijo Rufrak―. Pronto sabremos si vive; tenemos mucha ayuda.
―No obstante, nos queda el riesgo de que los aldorns hayan capturado a Revan y a Astle ―comunicó Gathel con su habitual sinceridad.
Pora dejó escapar más lágrimas ante la simple idea. Torgam mantuvo su abrazo para consolarla y ella se sujetó con fuerza, convulsa en su llanto.
―Revan está bien, y no creo que quisiera verte llorar ―dijo para animarla.
―¿Por qué crees que está bien? ―inquirió la chica.
―Yo he sobrevivido a una fl echa en mis entrañas ―explicó él con tranquilidad―. ¿Revan no va a sobrevivir a un simple naufragio?
―Torgam, comprendo que quieras ayudarme, sin embargo te pido, por favor, que no me des falsas esperanzas. Sabes tan bien como yo que apenas hay posibilidades de verlo con vida otra vez.
―Pora…
El guerrero se apartó de ella y la miró. Silvana acarició su hombro, preocupada por ella.
―No quiero que os preocupéis por mí ―advirtió, mirando hacia el horizonte.
No quería mirar a los ojos de nadie―. Y quien menos debe preocuparse eres tú, Silvana, que bastante tienes con los hijos que esperas.
―Los gemelos aún no han nacido ―le recordó Torgam―. En cambio, Revan…
Rufrak apoyó su mano en el hombro de la chica, imitando a la droida.

―Esta noche, beberemos en honor a Revan; tras eso, no volveremos a llorar por él, ni por Astle, nunca más. ¿Entendido?
Pora sonrió y los demás observaron la apenada sonrisa, sintiendo lástima por la desgraciada adolescente.
Cuando por fi n todos abandonaron la playa, ella quedó rezagada; quería lanzar una última mirada a las fl ores que aún fl otaban en el mar.
―¿Qué ha sido de ti? ¿Adónde te ha llevado el destino? ―Lanzó un doloroso suspiro antes de alzar la mirada al cielo―. Te quiero, Revan.
Y el viento volvió a elevar las palabras de la enamorada joven, tal vez para que pudiera oírlas su amado.



Juan Jesús Hernandez Gómez


"El Vuelo del Dragón Negro" se publica en la Editorial Edalie (www.edaliepb.com)

Blog crítico del escritor: http//ex-mundo.blogspot.com