"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"

San Agustín

jueves, 13 de septiembre de 2012

Monólogo de una fea


Un divertido relato de Blanca Miosi.
Porque las feas también lo valen... (y no va por Blanca)


Monólogo de una fea (Estrictamente autobiográfico)

Cuando nací era tan fea, que mi padre apenas me vio abandonó a mi madre. La pobre tuvo que cargar conmigo porque tenía un amor maternal demasiado arraigado. Ella tenía la firme convicción de que algún día yo resultaría convertida en un hermoso cisne, como el del cuento. El asunto era que yo ni siquiera era como el patito feo. Al paso del tiempo, mi madre no perdía las esperanzas, y ahora que lo pienso, creo que ella realmente me veía hermosa. Luchaba contra cualquiera que me mirara torcido, o que hiciera una mueca de desagrado al mirarme. En el colegio yo siempre me sentaba en el fondo del salón porque la maestra decía que la perturbaba y perdía la concentración, aquello llegó a oídos de mi madre y allá fue ella, blandiendo a diestra y siniestra; la diestra. Abofeteó a la maestra Débora y me echaron del colegio. Cuando estuve en la secundaria, la cosa se puso peor; pero esta vez, competía con otras niñas por el asunto del acné, y cuando había que disfrazarse, generalmente me llamaban porque no necesitaba disfraz, cumplía a cabalidad mi papel de jorobado de Notre Dame, enano de Blanca Nieves, espantapájaros del mago de Oz, y hubiese sido feliz de ser la madrastra de cenicienta pero no era tan bonita, así que tuve que conformarme con ser la esposa de Frankenstein. Dentro de todo, no me puedo quejar, las chicas no encontraban en mí una rival que les quitara el novio, y generalmente era acompañante violinista de mis amigas.
En todo grupo debe haber una gorda, una flaca, una bonita y una fea. Yo cumplía con este requisito, así que me hallaba en la gloria, al fin conseguí mi lugar en la sociedad estudiantil. Pero el verdadero problema empezó cuando terminé la secundaria. Ya no habían más amigas que apoyaran mi fealdad, ni violines que tocar, ni personajes que representar, entonces, mi madre creo que se dio por vencida y cayó en cuenta que debía hacer algo en honor a su belleza, porque ella era muy bonita. Ese era el motivo por el que siempre había pensado que yo algún día también lo sería. ¿Qué sería de mí en un mundo tan competitivo? –decía. Fuimos entonces camino al cirujano plástico. Cuando me vio, el médico preguntó: ¿Qué fue lo que le sucedió? Pensando que yo era producto de un accidente. Para ese momento, yo estaba acostumbrada a ese tipo de reacciones, así que pasé por alto el comentario. Pero mi madre, se enfureció. No sé si fue por eso, o porque el cirujano tenía razón, pero el caso es que él dijo que yo no tenía remedio, que debía esperar los avances de la ciencia para solucionar un problema como el mío, así que regresamos a casa, y en el camino tuve que aguantar las arengas de mi madre que nunca se daba por vencida. Ella aseveraba que debía tener algo dentro de mí que me haría destacar en la vida, y yo trataba de ayudar a encontrarlo, pero falleció sin lograr nuestro objetivo. Poco tiempo después, me di cuenta que podía sacar provecho de mi voz. No precisamente por el canto. La gente que no me conoce, se porta muy amablemente conmigo por teléfono, y en especial, si son hombres.
Cierto día, llamé a un número publicado en el diario, se necesitaban mujeres para la línea caliente. Mi voz les encantó, y yo, por primera vez, siento que soy bien recompensada. ¡No pueden imaginarse la cantidad de cosas que me dicen por teléfono! ¡Y las que digo yo! Aprendí a hacer feliz a los desventurados solitarios, a levantarles el ánimo y otras cosas más, a hacer ejercicios de imaginación que en mi vida podría lograr si no fuera por el invento grandioso de Alexander Graham Bell, a quien estaré eternamente agradecida.
En Internet estoy empezando a dar mis primeros pasos en el arte de escribir. Puedo hablar con mucha gente sin que me vea la cara, es una suerte, porque empieza a caerse mi cabello y ya no puedo tapar con mi pollina los dos extraños bultos que siempre he tenido en la frente, últimamente he notado que mi nariz es cada vez más larga y tiende a ir hacia abajo, lo cual me da un aire severo. ¡Y yo soy tan alegre! Cuando no estoy trabajando, entro a los foros literarios y he hecho magníficas amistades. Estoy segura de que mi madre donde sea que se encuentre finalmente estará satisfecha, pues sé que en el fondo, lo único que ella quería era verme feliz. Sí, mamá, ¡soy muy feliz!
Blanca Miosi

5 comentarios:

  1. ¡ja,ja,ja!!! Recuperaste un cuento que había olvidado! Muchas gracias, amigo!
    Besos

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  2. Blanca, no estás hablando de ti (lo de autobiográfico es broma) porque eres guapísima.

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  3. No, la que aparece en las fotos es mi alter ego, Manuela. :)

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  4. Muy bueno. Me encanta! Y me ha hecho reir, lo cual hoy, es algo impagable. Besos

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  5. Cursaba 5to grado de primaria y coronamos a La Chiva como la reina de las feas con la papelera como corona y la escoba como cetro. Cosas que ocurren entre niños. Saludos amiga, te felicito por tu relato.

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