"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"

San Agustín

sábado, 26 de octubre de 2013

Regreso al hogar- Los últimos de Filipinas

Relato escrito para el evento literario de Poesía y Prosa Social en Madrid. Junio de 2013


Regreso al hogar (o darlo todo por nada)

Regresé el uno de septiembre.
Llegué en un carguero viejo y andrajoso, tanto casi como yo. En principio todo seguía igual. Las gaviotas me recibieron con indiferencia, los gatos mirándome desconfiados, y los pescadores más viejos sin dedicarme una ligera mirada al descender del navío. Todo normal hasta ahí. Recogí mi macuto roído y las escasas pertenencias rescatadas a última hora y apresuradamente. Mi uniforme, blanco en su día, era de un color gris oscuro.
Es septiembre pero tengo frío. Quizás soy yo y ese maldito viaje. O quizás han sido los últimos años en Manila. Allí el clima es distinto. Era distinto, pues ya no volveré. Lo echaré de menos, de todas formas. Me había adaptado a la vida, y eso que sólo estuve algo más de un año. Demasiado intenso aquello, demasiada enemistad, tensiones. Desorganización, en resumidas. Pero aquí…nadie se ocupa de nosotros, por lo que veo. He leído el periódico y me ha costado encontrar palabras que hablasen de lo sucedido. Sí, hablan de Cuba, de los malditos americanos, de lo malos y rastreros que han sido. Del Maine. Pero de nosotros solo he descubierto una nota breve, en una esquina. Creo que saben poco de aquello, supongo que las comunicaciones son malas. Eso ha sido lo peor. Eso, bueno, y la falta de todo, de balas, cañones, trajes (¿hace cuánto no me cambio de uniforme?) Ni sé cómo esto aguanta, el pobre.
En fin, que solo he visto noticias sobre la boda de este y aquella, y tal y cual. Ah, y varios escándalos de corrupción, que parece que están a la orden del día. Creo que muchos no saben ni que ha habido una guerra. Ni siquiera que hemos estado luchando en Baler hasta bastante después de que los políticos decidieran darla por perdida…miserables. Maldito gobierno. Además, todavía no me han pagado mi soldada. Espero recibirla pronto, si no…hombre, es que si no, me muero de hambre. He vuelto al campo, sí, pero tengo que comer algo mientras tanto, ¿no? Hace ya ocho meses de mi regreso pero todavía nada, sin respuesta. Menos mal que mis padres…
Creo que al médico de la compañía sí le han condecorado con dos cruces. El resto somos de rancio abolengo, vaya. Más pobres que Carracuca, para que nos entendamos. Siempre igual. Está bien que se comportó como un verdadero héroe. Pero, ¿y el resto? Ser pobre siempre fue un lastre, una incomodidad al resto de los mortales. Sí, pero bien que se nos requirió en la batalla…
Es que no me lo creo todavía. ¿Para qué he luchado? ¿Por quién lo hice? Tanta sangre derramada, tanto esfuerzo, tantos amigos atravesados por las balas…tanto. Estamos en crisis, es verdad, pero creo que no se ha hecho mucho por salir de ella. Vamos, pienso yo en mi ignorancia. Tanto llenarse la boca de esta palabra y mucho criticar, pero en el momento de la verdad…yo no veo cambios. Si, de gobierno y de políticos, esos no paran últimamente. Se quedan tan panchos echándose las culpas unos a otros. Han dimitido no sé el número desde que llegué a Barcelona. Y seguirán, seguro. Pero esto se tiene que acabar, ¿no? Supongo que en el futuro sabrán solucionar estos problemas antes. No me imagino de este modo en cincuenta años. Ya no habrá país. Seguro que habremos aprendido. Pero yo necesito comer hoy…
Me acaban de echar de un bar por no tener un chavo. Y por las pintas. Todavía no me he recuperado. Cuando venda la cosecha podré darme algún capricho. Y cuando cobre lo que me deben, si es que llega ese día.
Ale, a leer el periódico que se le cayó a alguien. Aunque esté arrugado y manchado a mí me vale. Mira, anda, otra que se casa…

Año 1900.


Nota del autor: En 1945 se estrenó la película propagandística “Los últimos de Filipinas”, declarada Documento de Interés Nacional, y solo quedaban 8 supervivientes del Sitio de Baler. El protagonista de esta historia, al tener a varios de sus hijos en el bando Republicano, no fue invitado a su estreno.

¿Cambió algo la historia?

2 comentarios:

  1. ¡Cómo me gusta este texto!
    Si el protagonista levantara la cabeza y, salvo las diferencias, comprobara que no ha cambiado la situación que relata, volvería a realizarse las mismas preguntas: «¿Para qué he luchado? ¿Por quién lo hice?»
    Parece mentira que a pesar de poder viajar más rápido físicamente, comunicarnos al instante con el resto del mundo, curar enfermedades antiguas y nuevas con más precisión, trasplantar órganos, ser más inteligentes y más cultos, y mil cosas más, estemos igual. Echando de bares a los que tienen malas pintas, discriminando a los de "rancio abolengo", y seguir diciendo la expresión de "más pobres que Carracuca".
    Me gustaría conocer la opinión del resto de los últimos de Filipinas, los supervivientes de Baler.

    Muy buena esta entrada.

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    1. Gracias, Jesús! Hacía tiempo que quería escribir sobre el tema del desprecio de gente que había dado toda su vida por un ideal que solo tenían ellos, ya que, como ha pasado, pasa, y pasará si seguimos así, parece que es el sino de este país. Y ya ves que el tema del texto sigue bien latente en la actualidad, desgraciadamente.

      Un saludo, Jesús

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