"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"

San Agustín

viernes, 19 de diciembre de 2014

El Canto de Amergin-por Javier Pellicer

Segundo entre los relatos pertenecientes a la antología "Leyendas de la caverna profunda", hoy aparece "El canto de Amergin", de Javier Pellicer. Amante de la fantasía y la historia, este joven escritor se está configurando como una de las apuestas más sólidas del panorama español en estos ámbitos. Aconsejo fervientemente una visita semanal, al menos, a su página web ( javierpellicer ) y los interesantes artículos que se cuelgan frecuentemente.


El canto de Amergin de Javier Pellicer

Llegó pues un día en que, mientras dejaba vagar su atención por los paisajes en los que creció, desde la cúspide de la gran atalaya, la mente se le abrió como una flor en un estallido primaveral; se sintió vagar a la deriva, un pajarillo volando a la velocidad de la luz que todo lo alcanza; todo lo que hasta ese momento era sólido y real, como las mismas piedras de la torre, dejaron de existir, hasta que incluso los cantos de las aves y el ulular del viento perdieron sustancia. Dirigió tan acentuada atención hacia el Norte, y vio brillar el agua del mar, sobre la que viajó; las olas quedaban atrás, una tras otra, y llegó un instante en que, en la plácida línea del horizonte, se alzaron unas elevaciones.
Así la vio al principio: la forma de una isla en la inmensa lejanía; una silueta sumida en la bruma, aproximada a su conciencia por obra de alguna divinidad generosa que le revelaba la más hermosa de las contemplaciones.
Pero tan intensas fueron las emociones que súbitamente le nacieron en el pecho, que la niebla se despejó de pronto, y a sus ojos asombrados, cargados de llanto, apareció la imagen de una tierra como ninguna otra: formada por unas fértiles y vírgenes campiñas, tendidas en ocasiones a un Sol resplandeciente, rendidas en otras a una llovizna dadora de vida. Había virtud en sus colinas, y gracia, y grandes cosas que solazaban la intimidad de cada ser. Sintió el lugar sin pretenderlo como una patria nueva, más auténtica que aquella que pisaban sus pies.
Y así fue que le ardió en el corazón la intención, invencible, de conocer tan hermoso lugar. Era tal el desasosiego que le reveló el conocimiento y el deseo al único que habría de entenderlo.
—No marches, Hijo de Bregon, pues allí solo encontrarás fatalidad —le dijo Amergin, a quien todos tenían por conocedor de los caminos ocultos de la tierra, y que a la sazón era pariente de Ith.
Amergin, el Primer Druida, Bardo y Juez, Conocedor del Arte.
—¿Y cómo habré de seguir viviendo, luego de conocer la que ya es la tierra de mis sueños? —le respondió—. ¡La veo ahora, incluso con los ojos despiertos! ¡Me llama desde que nace el día hasta que se apaga, y ni la noche logra silenciarla!
Y así, desoyendo consejos en favor del furor de sus incontrolables ansias, Ith decidió embarcarse hacía la tierra de sus sueños. Su padre lo aceptó a duras penas, pues vio que ninguna otra cosa podría hacer para cambiar el pensar del vástago, a no ser que lo atara y mantuviera preso. Por tanto, organizó un gran banquete, que duró cuatro jornadas con sus correspondientes veladas, para auspiciar fortuna al viaje.
Cuando los barriles de cerveza se secaron y no quedó más carne de cordero para asar, el viajero partió hacia el norte.
Largo y costoso en esfuerzos fue el viaje por mar, y mucho lo que hubo de vivir Ith, Hijo del Rey y que ahora era conocido entre su séquito como el Señor de la Visión Lejana.
Muchos días después de iniciar su periplo, cuando la esperanza de alcanzar tierra flaqueaba entre los hombres —aunque jamás en el ánimo de Ith—, este fue arrancado de su descanso por una imperiosa llamada. Y corrió hacia el borde del barco, dejando que su corazón siguiera esa voz, hasta que al fin vio con sus ojos de carne lo que tanto había estado buscando. El banco de niebla que velaba la lejanía se retiró, abriendo un camino, mostrando el secreto que guardaba.
La Isla Esmeralda arrancó nuevas lágrimas a todos cuantos la contemplaron, y hubo alborozo tras tantas penurias.
El nuevo hogar no se opuso a que atracaran en ella y la recorrieran, pues les mostró todas sus maravillas. Hasta que encontraron que no estaba desierta, que albergaba a poderosos habitantes. Seres extraños, porque aunque su apariencia era la de los hombres, había mucho en ellos, en su interior y exterior, que los diferenciaba de los viajeros del sur. Eran gráciles, de aspecto hermoso, y contaban con una gracia que tomaba la forma de una sutil aura en torno a sus cuerpos. Y su modo de hablar era el de los individuos que están en paz con la tierra, de la que se consideraban parte, al igual que los árboles o las rocas.
Ith, que deseaba mostrarse respetuoso y no conquistador, pidió audiencia con aquellos a quienes los lugareños llamaban «Los Tres Reyes»: Mac Cuill, Mac Cécht y Mac Gréine, hijos de Oghma y nietos de Daghda, el Gran Padre de los Tuatha Dé Danann. Estos le recibieron con agrado, y le trataron con respeto a cambio de que arbitrara en un conflicto territorial que los enfrentaba.
—Tú, forastero, tal vez puedas ser imparcial y arrojar luz donde nosotros solo vemos sombra. Pues nuestro padre dejó un ancho reino, pero somos tres herederos y no sabemos cómo repartir los gobiernos sin menosprecio para ninguna de las partes —dijo Mac Cuill, el mayor de los hermanos.
Ith, hombre que carecía de la sabiduría de su padre, no pudo decir mucho.
—Obren en consonancia con las justas leyes de tan hermoso país, el más maravilloso que jamás han contemplado mis ojos.
Sus palabras fueron tan sentidas que sirvieron para unir a los tres monarcas, pero no como él hubiese deseado. Porque al ensalzar la tierra de Éireann, los Tres Reyes creyeron ver en sus ojos un anhelo velado por el reino que cada uno codiciaba. Pues ni siquiera los Altos Seres son inmunes a la codicia... y a la desconfianza.

(Fragmento de "El canto de Amergin", de Javier Pellicer Moscardó).

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Breve reseña biográfica
Javier Pellicer Moscardó


(1978, Benigánim, Valencia). Ganador del I Premio Cryptshow Festival de Relato Fantástico 2008 y finalista de la edición del año siguiente del mismo certamen, en la categoría de ciencia-ficción. También ha sido finalista en el Monstruos de la razón 2009, en la sección de terror. Su trabajo La ciudad de los monstruos obtuvo un premio finalista, accésit y mención especial en el I Premio de Novela Corta Katharsis 2008.
Ha participado en diversas antologías, entre ellas varias relacionadas con la web H-Horror, así como en Su universo a través (DH) y Crónicas de la Marca del Este vol. 1 y 2 (Holocubierta). Recientemente formó parte de los autores de la antología infantil benéfica Ilusionaria 2, y ha sido co-compilador de la antología Legandarium (Tombooktu Ediciones). Su novela La Sombra de la Luna se ofrece gratis desde la plataforma solidaria de Save the Children 1libro1euro. "El espíritu del lince" (Ediciones Pàmies, 2012), ambientada en la cultura íbera y la invasión cartaginesa del siglo III a. C., fue su primera novela publicada. "Legados" (Ediciones Holocubierta), su segunda novela, es en este caso de corte fantástico y ambientada en el marco del juego de rol español "Aventuras de la Marca del Este".

Para contactar con el autor, por favor, visitad su interesante página javierpellicerescritor.com

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