"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"

San Agustín

lunes, 11 de enero de 2016

Aromas- de Ana Fúster

Ana Fúster es una escritora a la que, por lo poco que sé, le encanta experimentar en la literatura, sobre todo en microrrelatos. Profesora de escuela de idiomas y filóloga, nunca ha abandonado por otra parte la poesía, de la que posee varios premios.
Este relato de corte fantástico, como todos los de la antología solidaria "Leyendas de la caverna profunda", no parece tal en principio; pero no nos engañemos: puede observarse en varias ocasiones un interesante experimento en cuanto a juegos de palabras se refiere. Dicho queda.
Ah, el jazmín...

Aromas
Mientras conducía de vuelta a casa, Violeta no paraba de dar vueltas en la cabeza a qué pensaría hacer Javier. El día anterior le había dicho, "Mañana hacemos cuatro meses, mi niña. Quiero que sea especial". Aquel "mi niña" que Javier había usado para dirigirse a ella desde la primera noche cada vez se integraba más en su vida y se le hacía más cercano e imprescindible. Se había enamorado de él desde el primer segundo en que lo vio, rompiendo así la norma que tiempo atrás se había impuesto a causa de una mala experiencia: "Nunca en la primera noche". Desde luego no se arrepentía de haberse dejado llevar por el impulso, la corazonada y el deseo surgidos en ella aquella tarde en la terraza bajo los naranjos en flor, pues había encontrado en él todo lo que siempre había buscado en sus anteriores parejas y jamás había tenido: no sólo era comprensivo, cariñoso y sociable, sino que poseía un sentido del humor agudo e inteligente y una gran imaginación que le convertían en una persona junto a la cual era imposible aburrirse. Compartían bastantes gustos y aficiones, como una pasión por el jazz que les había llevado a disfrutar muchas veladas junto a Satchmo, Ella, Dizzie y Django. Y para que el gozo fuese completo, él era un genio en las dos cosas que Violeta encontraba más difíciles en este mundo, la cocina y el bricolaje casero. Sí, era una chica con suerte. Lo único que ensombrecía su felicidad recién estrenada era el dichoso problema de la casa.

Aparcó el coche frente a la puerta. Pensó que era preferible a meterlo en el garaje, pues suponía que lo tendría que volver a usar dentro de poco, ya que Javier le había dicho que al salir del trabajo se fuese a casa, que él la llamaría al móvil en cuanto estuviese listo. Abrió la puerta de la verja y entró al jardín, pero cuando subía los escalones del porche algo llamó su atención: la parte inferior del jazminero estaba completamente despojada de jazmines. Miró al suelo, buscándolos, pero aparte de alguna que otra hoja las losas de la escalera estaban limpias. Hizo un gesto de extrañeza, pero luego pensó que quizá algunos niños del vecindario habían saltado la valla y habían estado robando jazmines para regalar a sus madres, y de nuevo volvió a centrar sus pensamientos en la sorpresa que la esperaba esa noche. Abrió la puerta y nada más entrar se detuvo en seco.

El ambiente fresco delataba que el aire acondicionado ya llevaba un rato funcionando. Todo estaba en penumbra, pues las persianas estaban medio bajadas y las cortinas corridas, pero aún así se podía ver que la mesa del comedor había sido dispuesta con esmero para una cena romántica. Una mantelería color burdeos que ella nunca había visto antes cubría el tablero, sobre el cual alguien había colocado las servilletas, los cubiertos, las copas, los platos blancos que destacaban sobre el rojo vino de la tela, dos esbeltos candelabros de cristal con velas a tono con el mantel y, en el centro, una bandejita ovalada llena a rebosar de jazmines. La boca de Violeta se abrió en un gesto de asombro que inmediatamente se convirtió en sonrisa. ¡Así que eso era! Este chico nunca dejaba de sorprenderla. Pero lo más asombroso de todo era que el hedor había desaparecido. Violeta aspiró profundamente, pero lo único que alcanzó a percibir fue el delicioso aroma que exhalaban los jazmines sobre la mesa. ¡Era increíble! ¿Cómo lo había logrado? Llamó a Javier varias veces pero su voz no obtuvo respuesta. Avanzó hacia la escalera y quedó atónita ante el espectáculo: junto a la pared, cada tres escalones había encendida una pequeña vela de las que se utilizan para mantener calientes las teteras, como marcando el camino hacia arriba, y en cada escalón central de los tres un minúsculo montoncito de jazmines. Violeta, nerviosa y encantada, volvió a llamar a Javier, pero de nuevo no hubo respuesta, así que suponiendo que él la aguardaba en el dormitorio comenzó a subir la escalera despacio, recreándose en la magia del espectáculo que había convertido las anodinas escaleras de su propia casa en el escenario de un cuento.

Ana Fúster (fragmento de "Aromas", perteneciente a Leyendas de la caverna profunda . Por sólo 1€ para Save The Children te llevas la antología y todos los libros que desees de esta página. )



Ana Fúster (breve biografía)

Nací en Cartagena, donde trabajo como profesora de inglés en la enseñanza pública. La escritura me aporta aprendizaje, pulveriza la rutina, me permite asomarme a otros mundos y me ha traído amistades, así que no me imagino sin ella. Algunos de mis textos han sido ganadores o finalistas en certámenes de microrrelatos como Esta Noche Te Cuento, La Microbiblioteca, El Secreter o el Encuentro Literario de Autores en Cartagena, y han aparecido en varias antologías y revistas. También colaboré en la sección “Inglés para cinéfilos” de la Revista Salitre de Alicante, y ahora lo hago en "Amanece Metrópolis", también de la misma localidad.

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