"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"

San Agustín

sábado, 5 de noviembre de 2011

Aventuras de un opositor en apuros


Sólo queda una semana.
Ya no sé ni cuántos meses llevo en el mismo sitio, escuchando lo mismo por la ventana abierta y viendo los mismos dibujos de la pared. Me encuentro en un zulo, vamos.
“La Dirección General de producción Agropecuaria se encarga de la intervención de los mercados alimentarios” Uff, se me quedó al fin en la cabeza.
Es que una oposición es algo de lo más ingrato y solitario, aunque tengas el apoyo de la familia. Todos los días lo mismo, ya sea en casa o en la biblioteca donde, por cierto, a veces hay más marcha que en cualquier otro lugar. Por ejemplo en el mes de agosto a las cinco de la tarde, con los estudiantes que se presentan en septiembre y que se acaban de dar cuenta de los pocos días que les quedan después de pasarse un verano sin dar golpe. A veces hay hasta peleas por un sitio, incluso con amenazas escritas en los apuntes del vecino si te ha movido el libro unos centímetros cuando aprovechaste para ir al servicio en un instante de debilidad.
Mi mente vuela como las aves, pensando en lo bien que estaría yo en la calle, tomando unas copitas o viendo la luz del sol únicamente (mi piel luce como la de un vampiro). Hace un día de miedo, vamos, y yo aquí.
No, otra vez no. Concentración, que ya queda menos. Como la rama Tuk a la que se refería Tolkien en su libro, cargada de fuerza y valentía, contrastando con el lado débil y cobarde de los Bolsón, me reprendo a mí mismo. Me conformaré con la ventana abierta, única relación con el mundo externo.
Parece mentira en ese sentido, pero sin darte cuenta puedes analizar la vida de los demás en su rutina si quieres, trazando un calendario y horario cual entrenado espía: los niños del quinto se van a clase a las nueve en punto, como un reloj, con su padre aullando tras ellos para mantenerlos dentro “de la raya” (expresión suya); o el otro vecino, ya jubilado, con su paseo matutino a comprar el periódico y para aprovechar-ahora que no nos oye- a fumarse un par de cigarrillos escondido detrás de una viga que hay a la salida del portal; o la pareja que discute cada dos días con sus portazos incluidos, con su lenguaje –el de ella por lo menos élfico o swahili, no sé- incomprensible para todo bicho viviente, aunque creo que son de un barrio de Parla.
Vaya, el vecino ha puesto la música, qué bien. Es verdad, este también. Es un rapero o hiphopero (perdón mi incultura en este sentido) que abre la ventana con la música a todo trapo, no precisamente clásica, y da unos cuantos berridos cuando se despierta, entre las cinco y seis de la tarde. El otro día mi mujer le pilló en la ventana emocionado, dando giros a lo Michael Jackson a la par que tendía unos gallumbos. Qué visión.
Por suerte parece que se tiene que ir y la música se detiene pronto, incluso antes de que mi dolor de cabeza me haga cerrar la ventana y el contacto con el exterior. Bien, podré seguir escuchando de fondo a Billie Holliday. Tengo un acopio de cintas y cds de toda clase y condición, para acompañarme en mis días solitarios. New age o Chilout, como quieras llamarlo, jazz de todo tipo, clásica, o hasta flamenco, etc. Música no precisamente de disco pero que me relaja y abstrae sin, por el contrario, distraerme en los últimos días de suplicio. De vez en cuando mi cabeza piensa en todo lo que voy a realizar una vez termine, salga bien o mal, aunque la mitad se me olvidará probablemente minutos después. Parece mentira la actividad cerebral que se genera en estas épocas, la capacidad de retención, atención y velocidad que la necesidad te proporciona. Si tuviese tiempo escribiría un libro en un santiamén, pienso.

Bueno, parece que hoy me ha cundido. Más o menos me miré lo que tenía planeado, que ya es bastante. Hay días en que uno no está para nada por diversos motivos, y otros sí se tiene la cabeza dispuesta, pero asuntos ajenos al examen- últimamente mi hija y su nuevo novio nos trae de cabeza- se interponen y rompen el día perfecto (para estudiar, claro, si es que se puede hablar de “días perfectos”). Si hubiese decidido opositar hace años…pero en fin, uno piensa en hacer de todo cuando termina la carrera menos en seguir estudiando…Como se suele decir, la vida te lleva por otros derroteros.

-¡¡Cago`n Dios y la puta Virgen!!- suelta una melodiosa voz que engalana la tarde.
Este es el vecino que faltaba, se me había olvidado, triste de mí. Hay un hombre, jubilado o en paro, no lo sé, que ameniza los instantes sublimes con estas estupendas y armoniosas frases, dulces como la empalagosa miel de azahar. Da igual la hora. Lo mismo a las ocho de la mañana como a la una de la madrugada lo he escuchado en su terraza. Primero un golpe y después un taco, no hay variación. De vez en cuando saco la cabeza por la ventana, a ver si atino a descubrir en qué piso es, ya que nunca lo he visto. Pero estar está, como las meigas. Y si me olvido, cada cierto tiempo me recordará su presencia. Deduzco que está construyendo algo. Pero qué algo, digo yo. Porque le escucho desde hace tres largos años ya. Creo que El Escorial se edificó en menos tiempo…

En estas me encuentro cuando un súbito piar se acerca a mi ventana y pasan volando dos golondrinas en vuelo rasante, una detrás de otra. Ah, ya van a intentarlo otra vez. El otro día descubrí que existe un nido a un metro por encima de una de mis ventanas. Está claro que les gusta el lugar y no me importaría que criasen, aunque lo veo difícil. Pero cosas más complejas se han conseguido, como sacarse oposiciones.
En fin, que me dejo de tonterías y creo que voy a darle otro repaso, que hace falta.
A ver, la Dirección General de producción agropecuaria se encargaba de…¡maldita sea!

4 comentarios:

  1. Oye, Beren, por si te sirve de algo, me ha encantado la entrada y me la he leído en un Santiamén. Sabes expresar tus sentimientos. Mucho ánimo.
    Sergio.

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  2. ¡Suerte con esas oposiciones, Beren! He disfrutado tus experiencias!

    Beos!
    Blanca

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  3. Gracias, Sergio! De eso se trataba, de amenizar un ratejo al personal, jeje.
    Un abrazo

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  4. Vale, gracias, Blanca, pero el personaje no soy yo...(es lo que tiene inventarse cosas con referencias de alrededor. ¿A que has leído pocas cosas dedicadas a un opositor?)

    Un abrazo, amiga, y gracias de nuevo

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