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"El mundo no se hizo en el tiempo, sino con el tiempo"
San Agustín
San Agustín
lunes, 6 de febrero de 2012
El enigma de los vencidos (fragmento)
Armando Rodera se encuentra en plena ascensión.
Hace pocos días se anunció que Ediciones B ha elegido esta novela suya, "El enigma de los vencidos" para su formato digital, B de books, lo que, unido a la extraordinaria trayectoria que lleva en Amazon junto a su otra novela "El color de la maldad", lo hacen escalar puestos como si de una bala se tratase. Y pienso que lo merece,a pesar de haber leído poco suyo. Además, la próxima primavera la propia El enigma de los vencidosserá impresa en papel...
Y ya para colmo, resulta que nos hemos cruzado por los pasillos del insti en una época pasada...así que, en fin, no puedo dejar de dedicarle esta entrada, vaya.
Aquí os dejo este intrigante fragmento, con prosa ágil y bien escrito. Un cafetito y a leer.
El enigma de los vencidos
No pude discernir bien lo que allí se nos mostraba. Un engendro mecánico, con multitud de partes diferentes casi incomprensibles, se plantó delante de nuestros ojos. Sólo al exhibirse en todo su esplendor pudimos contemplarlo con más calma. Se trataba de una especie de tablero primigenio, rectangular, que ocupaba prácticamente la mitad de la maqueta original. Era algo extraño. Se asemejaba a un juego de mesa, y pudimos distinguir unos caminos pintados, con casillas de diferentes tamaños y colores, en plan juego de la oca pero muchísimo más complicado. En algunas casillas se veían pequeñas maquetas a escala asemejándose a edificios antiguos. En ambos laterales se apreciaba también una suerte de túnel donde se encontraban dos bolas metálicas, a imagen y semejanza de las máquinas de petacos que tanto gustaban a los niños.
En el centro mismo del tablero había surgido una pieza muy extraña que no supe descifrar en ese momento. De la misma brotó una pequeña caja que quedó a nuestra merced en pocos segundos. Desde luego aquel cacharro era un prodigio mecánico, digno del mejor ingeniero, y nos había dejado completamente alucinados.
La cajita estaba forrada de una tela muy suave, en color azul. La abrí lentamente sin saber bien a qué me enfrentaba, aunque necesitaba averiguarlo. Los chavales se habían quedado mudos y me dejaron hacer, temerosos del resultado por sus gestos nerviosos. En el interior de la caja me topé con dos dados muy pulidos, uno de color violeta, y el otro amarillo con vetas rojizas. Estaban pulcramente tallados, en un material que no supe discernir a simple vista, pero que brillaba una barbaridad. Al tacto eran suaves pero a la vez daban la sensación de ser duros y fuertes. Tenían seis caras, como todos los dados, pero con una diferencia con los considerados normales. En una cara no había nada serigrafiado, se encontraba en blanco, mientras en las demás caras distinguí los números desde el uno hasta el cinco, siempre con puntitos de color negro marcados en la superficie.
Al lado de los dados hallé dos fichas con sus mismos colores. O en ese momento intuí que eran fichas, debido a la similitud que había creído encontrar entre el artilugio y un juego de mesa tradicional, aunque como ustedes pueden comprender sólo era un parecido razonable. Las fichas, por así llamarlas, se asemejaban a dos animales mitológicos, aunque no era capaz de encontrarle sentido alguno a aquellas formas infrahumanas.
Me fijé más detenidamente en el supuesto tablero y noté que tenía dos salidas, cada una pintada con los mismos colores hallados en las restantes piezas. Era sumamente curioso; me fijé que si partíamos de cualquiera de las dos salidas habría que pasar por el resto de casillas de las que podrían denominarse principales, esas más grandes con una maqueta en su interior, antes de llegar al destino, al final de aquel ingenio.
Dicho final era una casilla más grande que las demás, de color verde azulado.
Albergaba algo parecido a un sarcófago, tallado a mano, que se encontraba al lado de un signo rarísimo grabado en la superficie. Reparé entonces en dicho signo, una especie de clave de sol deformada. Se encontraba también dibujado en la tapa de la cajita recién abierta y en algunas otras partes del tablero. Esas coincidencias me chocaron bastante.
Los túneles laterales discurrían por el exterior del tablero, paralelos a él. Noté que seguían dos direcciones y desembocaban en una pequeña abertura situada junto a las dos supuestas salidas. Dos pequeñas bolas de acero esperaban al llegar a esa altura, dispuestas a empezar el juego, o eso me pareció en ese instante.
Pude apreciar entonces que en el interior de la pequeña caja se encontraba un documento doblado. Era una hoja de un papel especial, de alto gramaje y color hueso, muy deteriorada por el tiempo. Tenía palabras escritas pero no las podía leer en aquellas condiciones. Quizás después de todo pudiéramos comprender de qué iba todo aquello que nos tenía completamente ensimismados, casi sin percatarnos del tiempo transcurrido. El mismo signo ya descrito aparecía como marca de agua en la hoja que tenía entre mis manos. Acerqué la linterna y comencé a leer:
“EL ENIGMA DE LOS VENCIDOS:
Reglas:
1 – Cada jugador tomará una ficha y se encaminará a su salida correspondiente, dispuestos a comenzar el juego según el orden que dictaminen los dados, lanzados de manera conjunta para dilucidar el primero en salir. Como comprobarán, el número de jugadores es dos.
2 — Posteriormente se apretará el botón que se encuentra en la parte inferior izquierda del tablero para que las dos bolas metálicas se coloquen en su posición natural, paralelas pero por debajo de las fichas dispuestas en el tablero.
3 – Comienza la partida el jugador que haya sacado más puntuación al tirar ambos dados. En la siguiente tirada ya sólo se procederá con el dado correspondiente a su color.
4 – El dado sólo se puede tirar en el habitáculo específicamente destinado para ello, que se encuentra en la parte frontal del tablero. Si por cualquier motivo el dado sale fuera de dicha zona, habrá que repetir la jugada.
5 – Una vez lanzado el dado se avanzarán tantas casillas como marque su numeración, entre una y cinco en cada caso. Como habrán podido comprobar, la mayoría de las casillas son neutras, no ocurrirá nada, y sólo al caer en algunas de las principales tiene motivo este juego.
6 — Cuando el jugador caiga en una de dichas casillas, decoradas con diferentes motivos arquitectónicos, se le mostrará inmediatamente lo que tiene que hacer a continuación. Sólo avanzaremos que el jugador tendrá que efectuar una prueba para poder avanzar a la siguiente casilla. En caso contrario quedará atascado en esa posición sin poder continuar el juego.
7 – Si no se siguen estas premisas el juego no podrá terminarse, es imposible concluirlo sin cumplir las reglas. Para llegar al final y solucionar el enigma correspondiente tiene que encontrarse tanto la ficha en superficie como la bolita de acero por debajo, en paralelo. Y ésta no se mueve si no se cumple lo anterior.
Hay que seguir los pasos y resolver las distintas pruebas. El dado no funcionará si no se ha pasado una prueba, y sí, podremos mover la ficha con la mano a otra casilla, pero el resto del juego no se activará. Incluso podría bloquearse y
desaparecer igual que llegó.
8 – Sólo si se siguen todas las instrucciones podrá llevarse a cabo esta pequeña aventura. Como verán se encuentran dentro de un pequeño mapa del centro de Madrid, así que el conocimiento de dicha zona ayudará a solucionar los enigmas.
9 – Este juego fue inventado para salvaguardar ciertos secretos que ahora pueden salir a la luz. Sólo usted, jugador avezado, podrá solucionarlo con paciencia, sabiduría y algo de suerte. Si es así, enhorabuena, porque habrá conseguido desentrañar el misterio y devolver todo a su situación natural.
En Madrid, a 25 de julio de 1957. “
No podía creérmelo, aunque lo tuviera delante. Volví a leer punto por punto el texto, todavía sorprendido. Los niños me miraban de hito en hito, sin decir nada, pendientes de mi reacción. Les leí el contenido, mientras sus ojos centelleaban y la boca se les abría de puro asombro.
Decidimos averiguar algo más sobre el juego, por lo que estudiamos detenidamente la maqueta con cuidado de no tocar ningún mecanismo inapropiado. Si hurgábamos
demasiado era posible que pudiera desaparecer de la misma manera que había llegado hasta nosotros, casi como por arte de magia. Al agacharme noté que en la parte inferior del soporte de la maqueta había una especie de resalto; el mismo que había pulsado accidentalmente Rubén, justo en el momento en que la locomotora principal circulaba por la marca ya descrita. Quizás ese era el modo de comenzar la partida, tendríamos que investigarlo a fondo.
Armando Rodera Blasco
http://vivenciasdeunescritornovel.blogspot.com/
http://www.elenigmadelosvencidos.es/
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